Juggling to Pass the Time

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Juggling. Illustration image.

Juggling is a very effective tool to pass the time. It distracts the mind and body, leaving them in a state of constant concentration and activity.

Many jugglers have other professions that take up most of their time. However, those who love to juggle look for a time during the day to train. 20 or 30 minutes of training a day can be excellent when improving at juggling.

In this article we will look at three stories of how people who juggle take advantage of any part of the day to train.

Juggler’s World magazine, in its 1991 edition, published two interesting stories written by fans of the magazine.

The first article called Interesting Bag Of Tricks, written by Duane Starcher, is about a paragraph from the biographical book “Working: My Life as a Prostitute” by Delores French, where she describes what she did while at work they talked about money.

“I also carried juggling balls. I used them several times a week, usually when I was going to be there for more than an hour. I would take them out, say, ‘I bet you haven’t seen this before,’ and start juggling. Sometimes I would juggling at first, while talking about money. People were fascinated by a juggling prostitute. They thought: if she can juggle, who knows what else she can do?”

The following story is by Carlyle Owens. The article titled Juggling Employee Gets Heat describes a bad work experience with juggling.

As for the problem of discrimination against jugglers… I am an actor and juggler and I live in New York, where you would think that everything is allowed. Well, not exactly.

I had a survival job as a cashier at the Helmsley Hotel in New York, and I would do “juggling breaks” with the waiters while they smoked, and I became known as “the juggle guy.”

But I soon discovered that “the queen of evil” does not approve of juggling. There was a very serious meeting in which my bosses warned me that this type of behavior was a bad influence and undermined the effectiveness of the employees’ performance at work. I just couldn’t believe it and suggested that maybe I could start smoking while juggling since that was an approved break activity. No one in the room, except me, cracked a smile. I was so amused and enraged that I had to leave. They suspended me for one day without pay.

In the end, of course, I had to quit my job because my juggling habit is chronic. Now I have a job that allows me to juggle breaks and life is so much better. I hope this insane discrimination against jugglers ends.

The last story was told to me by a friend who asked not to reveal his name. It’s a funny story.

I’m chemical engineer. I learned to juggle in college and I fell in love with juggling ever since.

When I started my first corporate job, I was juggling balls and clubs on my lunch break. I ate quickly so I could have time. My coworkers watched me while they ate and gave me their support every day.

Once the head of the company headquarters had lunch with us and watched me juggle. He was amazed by “my talent.” From that day on he came down to lunch just to see me.

One day my boss decided to try juggling clubs. He threw one into the air with such bad luck that the club hit him in the head. Fortunately it was only a blow to the forehead that left a small red space. My boss left laughing while my colleagues and I were surprised. From that day on, my boss never had lunch with us again.

Malabares para pasar el tiempo

Malabares. Imagen de ilustración.

El malabarismo es una herramienta muy efectiva para pasar el tiempo. Distrae la mente y el cuerpo, y los deja en un estado de concentración y actividad constantes.

Muchos malabaristas tienen otras profesiones que les ocupa la mayor parte de su tiempo. Sin embargo, los que aman hacer malabares buscan un espacio del día para poder entrenar. 20 o 30 minutos de entrenamiento al día pueden ser excelentes al momento de mejorar en el malabarismo.

Este artículo veremos tres historias de cómo personas que hacen malabares aprovechan cualquier parte del día para entrenar.

La revista Juggler’s World, en su edición de 1991, publicó dos historias interesantes escritas por seguidores de la revista.

El primer artículo llamado Interesting Bag Of Tricks, escrito por Duane Starcher, trata sobre un párrafo del libro biográfico “Working: My Life as a Prostitute” de Delores French, donde describe qué hacía mientras en su trabajo se hablaba de dinero.

“También llevaba pelotas de malabarismo. Las usaba varias veces a la semana, normalmente cuando iba a estar allí más de una hora. Las sacaba, decía: ‘Apuesto a que no has visto esto antes’ y empezaba a hacer malabares. A veces hacía malabarismo al principio, mientras hablaban de dinero. La gente estaba fascinada con una prostituta malabarista. Pensaban: si puede hacer malabares, ¿quién sabe qué más puede hacer? También hacía que todo lo demás que quedaba en la bolsa pareciera mucho más extraño y mágico”.

La siguiente historia es de Carlyle Owens. El artículo titulado Juggling Employee Gets Heat describe una mala experiencia laboral con el malabarismo.

En cuanto al problema de la discriminación de los malabaristas… Soy actor y malabarista y vivo en Nueva York, donde uno pensaría que todo está permitido. Bueno, no exactamente.

Tenía un trabajo de supervivencia como cajero en el Hotel Helmsley de Nueva York, y hacía “pausas de malabarismo” con los camareros mientras ellos fumaban, y me hicieron conocido como “el chico malabarista”.

Pero pronto descubrí que “la reina de la maldad” no aprueba los malabares. Hubo una reunión muy seria en la que mis jefes me advirtieron que este tipo de comportamiento era una mala influencia y socavaba la eficacia del desempeño de los empleados en el trabajo. Simplemente no lo podía creer y sugerí que tal vez podría comenzar a fumar mientras hacía malabares, ya que esa era una actividad de descanso aprobada. Nadie en la sala, excepto yo, esbozó una sonrisa. Estaba tan divertido y enfurecido que tuve que irme. Me suspendieron por un día sin sueldo.

Al final, por supuesto, tuve que dejar mi trabajo porque mi hábito de hacer malabares es crónico. Ahora tengo un trabajo que me permite hacer malabares con los descansos y la vida es mucho mejor. Espero que esta discriminación insana contra los malabaristas termine.

La ultima historia me la dijo un amigo que pidió no revelar su nombre. Es una historia divertida.

Soy ingeniero químico. Aprendí a hacer malabares en la universidad y desde entonces me enamoré de los malabares.

Cuando entré a mi primer trabajo en una empresa, hacía malabares con pelotas y clavas en mi hora del almuerzo. Comía rápido para poder tener tiempo. Mis compañeros de trabajo me observaban mientras ellos comían y me daban su apoyo cada día.

Una vez el jefe de la sede de la empresa almorzó con nosotros y me vio hacer malabares. Quedó asombrado por “mi talento”. Desde ese día bajaba a almorzar solo para verme.

Un día mi jefe decidió intentar hacer malabares con clavas. Lanzó una al aire con tan mala suerte que la clava le pegó en la cabeza. Afortunadamente solo fue un golpe en la frente que le dejó un pequeño espacio rojo. Mi jefe se fue riéndose mientras mis compañeros y yo nos quedamos sorprendidos. Desde ese día mi jefe no volvió a almorzar con nosotros.

Soy un malabarista deportivo. Tengo la maravillosa oportunidad de escribir para eJuggle. Me gusta la historia, la historia militar, la filosofía, la poesía, las historias raras, y las historias de terror y de horror.

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